No tengo nada que celebrar en el día del periodista
María Iguarán
@marimagdys
Hoy es 27 de junio, fecha cuando
se celebra el día del periodista, pero yo no tengo nada que celebrar.
Simplemente, en Venezuela no tenemos libertad de expresión, lo que tenemos es
censura comunicacional.
Hoy quise escribir estas líneas,
un poco para desahogarme, decir todo aquello que tengo atorado en el pecho. En
este día, muchos de mis colegas tanto en Caracas como en el interior del país
están siendo censurados porque no pueden decir la verdad de lo que está
pasando. Algunos los han botado de su trabajo simplemente por querer mostrar
una triste realidad de este país, que más quisiéramos nosotros que fuese un mar
de la felicidad donde el pan para la abuela, la leche para el niño y la
medicina para la suegra jamás falten en tu estante.
Es bien difícil decir todo
aquello que ves cada día, como la alta inseguridad que reina en cada rincón del
país. En la tierra donde estoy ahora, en Cumaná, Sucre, los robos son a
diarios, los atracos a mano armada a la
orden del día, los secuestros y la extorsión se incrementan cada día y ya la
gente tiene miedo de tener y no tener. Igual el delincuente acaba contigo, sin importarle
si tu zapato tiene contigo diez años.
Ganas de llorar tengo y mucho. No
lloro porque siento que debo pensar en positivo, pensar que este país va a
salir de este atolladero. Ganas de huir y ejercer el periodismo en otro país
tengo, pero no quiero abandonar mis sueños, mis metas que me trace desde la
infancia.
Quiero luchar contra la censura,
quiero gritar la verdad, tantas verdades que yo sé que muchos venezolanos saben
y no lo dicen por miedo a ser perjudicados con una bala.
Como periodista observó y vivo la
realidad de este país. No hay medicina ni para los diabéticos, no hay leche
para los niños, no hay harina pan; aquí la palabra que se ha puesto de moda es
NO HAY. Una señora trabajadora de una farmacia cumanesa señalaba que quería
renunciar a su trabajo porque estaba cansada de decir “no hay” todos los días
de lunes a viernes. Dice que le da pena cuando le pagan el sueldo. Así está mi
Venezuela.
Soy una wayuu que aprendió a
hablar y escribir el español a los 08 años de edad, me enamoré de esta tierra
pero hoy día siento desfallecer y quiero abandonar este lugar como desean
muchos venezolanos porque me preocupo por el futuro de mi hijo.
Simplemente nada que celebrar y sí mucho que
decir.
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