viernes, 27 de junio de 2014

No tengo nada que celebrar en el día del periodista

María Iguarán
@marimagdys


Hoy es 27 de junio, fecha cuando se celebra el día del periodista, pero yo no tengo nada que celebrar. Simplemente, en Venezuela no tenemos libertad de expresión, lo que tenemos es censura comunicacional.
Hoy quise escribir estas líneas, un poco para desahogarme, decir todo aquello que tengo atorado en el pecho. En este día, muchos de mis colegas tanto en Caracas como en el interior del país están siendo censurados porque no pueden decir la verdad de lo que está pasando. Algunos los han botado de su trabajo simplemente por querer mostrar una triste realidad de este país, que más quisiéramos nosotros que fuese un mar de la felicidad donde el pan para la abuela, la leche para el niño y la medicina para la suegra jamás falten en tu estante.
Es bien difícil decir todo aquello que ves cada día, como la alta inseguridad que reina en cada rincón del país. En la tierra donde estoy ahora, en Cumaná, Sucre, los robos son a diarios, los atracos a mano armada  a la orden del día, los secuestros y la extorsión se incrementan cada día y ya la gente tiene miedo de tener y no tener. Igual el delincuente acaba contigo, sin importarle si tu zapato tiene contigo diez años.
Ganas de llorar tengo y mucho. No lloro porque siento que debo pensar en positivo, pensar que este país va a salir de este atolladero. Ganas de huir y ejercer el periodismo en otro país tengo, pero no quiero abandonar mis sueños, mis metas que me trace desde la infancia.
Quiero luchar contra la censura, quiero gritar la verdad, tantas verdades que yo sé que muchos venezolanos saben y no lo dicen por miedo a ser perjudicados con una bala.
Como periodista observó y vivo la realidad de este país. No hay medicina ni para los diabéticos, no hay leche para los niños, no hay harina pan; aquí la palabra que se ha puesto de moda es NO HAY. Una señora trabajadora de una farmacia cumanesa señalaba que quería renunciar a su trabajo porque estaba cansada de decir “no hay” todos los días de lunes a viernes. Dice que le da pena cuando le pagan el sueldo. Así está mi Venezuela.
Soy una wayuu que aprendió a hablar y escribir el español a los 08 años de edad, me enamoré de esta tierra pero hoy día siento desfallecer y quiero abandonar este lugar como desean muchos venezolanos porque me preocupo por el futuro de mi hijo.
Simplemente nada que celebrar y sí mucho que decir. 



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